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El papel de Rosalind Franklin en el descubrimiento del ADN

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En la primera mitad del siglo XX, la ciencia atravesó una de las etapas más transformadoras en el campo de la biología molecular. El descubrimiento de la estructura del ácido desoxirribonucleico, más conocido como ADN, marcó un antes y un después en la comprensión de los mecanismos de herencia genética. Tradicionalmente, los nombres de James Watson y Francis Crick han sido asociados a este hallazgo. Sin embargo, detrás de esta fascinante historia se encuentra el trabajo esencial y, durante mucho tiempo, subestimado de la científica británica Rosalind Franklin.

El comienzo de Rosalind Franklin en el ámbito de la investigación científica

Rosalind Franklin nació en Londres en 1920 y se crio en un entorno familiar con buen nivel socioeconómico y un gran aprecio por la educación. Desde joven, manifestó una inclinación especial hacia la ciencia, dedicándose de manera comprometida a sus estudios. Consiguió su doctorado en química física en la Universidad de Cambridge y, más tarde, desempeñó su trabajo en París, donde mejoró su pericia en la técnica de difracción de rayos X, vital para el estudio de las moléculas. Este conocimiento fue esencial para sus investigaciones posteriores sobre la estructura del ADN.

El arribo a King’s College y la especialización en la difracción de rayos X

En 1951, Franklin fue invitada a trabajar en el King’s College de Londres, donde se le encomendó la tarea de investigar la estructura del ADN utilizando la técnica de difracción de rayos X. Junto a su colega Raymond Gosling, emprendió una serie de experimentos que resultarían ser un pilar esencial en el descubrimiento de la doble hélice. A través de una meticulosa preparación de muestras y ajustes precisos en su equipo fotográfico, logró obtener imágenes de una claridad sin precedentes.

Aporte técnico: la Fotografía 51 y el modelo de la doble hélice

Uno de los mayores logros de Franklin fue la obtención de la conocida Fotografía 51, una imagen de la difracción de rayos X del ADN que reflejaba su estructura helicoidal. Esta fotografía proporcionaba información clave sobre las dimensiones y la simetría de la molécula de ADN, información que era indispensable para construir un modelo tridimensional correcto. Además, Franklin elevó el nivel científico del laboratorio al definir claramente que existían dos formas del ADN, a las que denominó forma A y forma B, cada una con una configuración diferente en función del nivel de humedad.

Gracias a su meticulosidad científica, llegó a determinar que los grupos fosfato del ADN estaban situados en la parte externa de la hélice, en lugar de en su interior, como algunos de sus contemporáneos pensaban. Esta observación fue corroborada más tarde y resultó ser clave para entender cómo el material genético funciona y se replica.

Interacciones profesionales y reconocimiento tardío

La conexión laboral de Franklin con varios de sus compañeros fue complicada. La carencia de reconocimiento y las tensiones en el King’s College generaron un entorno desafiante. No obstante, el trabajo de Franklin superó estos impedimentos. Es importante mencionar que Maurice Wilkins, quien operaba en el mismo laboratorio, presentó parte del trabajo de Franklin, incluida la Fotografía 51, sin su permiso a Watson y Crick. Ellos, utilizando la información obtenida por Franklin, consiguieron plantear el emblemático modelo de doble hélice en 1953.

Aunque el artículo de Watson y Crick, publicado en la revista Nature, reconoce de manera indirecta la importancia de los experimentos fotográficos y cálculos de Franklin, durante años su contribución fue minimizada e incluso hecha invisible en los discursos científicos y educativos.

Impacto de los descubrimientos de Franklin en la genética moderna

Las aportaciones de Rosalind Franklin han tenido un impacto que va más allá de la simple estructura del ADN. Su atención analítica, organizada y ética ha sido un modelo a seguir para muchas generaciones de investigadores tanto femeninos como masculinos. Debido a su cuidadoso examen de la posición de los fosfatos y la hidratación del ADN, se pudieron establecer los fundamentos para investigaciones futuras sobre la replicación y reparación genética, la transcripción y la ingeniería molecular.

El trabajo de Franklin no se limitó al estudio del ADN; también realizó investigaciones sobre virus como el mosaico del tabaco y el virus de la polio, ampliando los horizontes del entendimiento molecular en campos médicos y biotecnológicos.

El legado de Rosalind Franklin

El rol de Rosalind Franklin en el descubrimiento de la estructura del ADN no solo representa un avance científico notable, sino que también destaca la importancia de reconocer la diversidad de perspectivas en la creación del conocimiento. Franklin contribuyó tanto técnica como intelectualmente, y estableció estándares de rigurosidad aún relevantes en la ciencia actual. Su trayectoria nos invita a una reflexión crítica sobre la distribución de reconocimientos en el ámbito científico, alentando el desarrollo de una cultura de reconocimiento justo y equitativo. De esta manera, recordar y examinar su contribución es también un acto de memoria y justicia en la historia de la ciencia.

Por Otilia Adame Luevano

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