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Días de cambios en Boca: qué pasará con Juan Román Riquelme y el Consejo de Fútbol

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Boca Juniors está pasando por una de las fases más difíciles de su historia reciente, caracterizada por una profunda crisis deportiva e institucional que ha alertado a la dirigencia y provocado una presión creciente de parte de los aficionados. Con una serie de resultados negativos sin victorias que ya supera los once encuentros, la preocupación ha penetrado profundamente en la estructura del club y ha impulsado una reestructuración inminente dentro del Consejo de Fútbol.

El epicentro de las críticas se centra en la administración de Juan Román Riquelme, actual presidente y figura emblemática en la estructura futbolística del club. Las derrotas seguidas, en particular la eliminación reciente de la Copa Argentina contra Atlético Tucumán y la significativa derrota ante Huracán, han llegado a deteriorar la percepción de una gestión que, hasta hace poco, contaba con el apoyo debido a los triunfos continentales previos.

Frente a este panorama, Riquelme prepara una serie de decisiones que buscan marcar un punto de inflexión. Una de las más significativas sería la disolución o renovación profunda del Consejo de Fútbol, órgano creado bajo su liderazgo y compuesto por exjugadores como Raúl Cascini, Marcelo Delgado, Jorge Bermúdez y Mauricio Serna. Este cuerpo ha sido responsable de la política de contrataciones, las negociaciones internas y el vínculo directo con los planteles profesionales. Sin embargo, en los últimos meses su rol ha sido blanco de críticas por presunta falta de planificación, manejo discrecional y ausencia de autocrítica ante los fracasos deportivos.

Diversas voces internas coinciden en que, si bien los miembros del Consejo tienen funciones operativas, la última palabra en cada decisión futbolística siempre la ha tenido Riquelme. Esta concentración de poder ha generado tensiones incluso dentro del propio vestuario, según trascendidos, y debilitado los puentes con sectores históricos del club, incluyendo a exdirigentes y agrupaciones opositoras.

Además de los cambios en la estructura dirigencial, se analiza la incorporación de una figura con perfil de manager, encargado de articular con el cuerpo técnico, liderar las negociaciones de refuerzos y aplicar una visión integral del fútbol profesional. Este modelo busca aportar una mirada más profesionalizada, basada en datos, planificación a mediano plazo y menor injerencia de lo emocional, algo que muchos consideran que ha sobrado en la gestión actual.

La presión externa también ha sido determinante. En los últimos días, se han organizado protestas en las inmediaciones de La Bombonera, donde hinchas autoconvocados reclamaron la salida de Riquelme y de todo el Consejo de Fútbol. El malestar generalizado se expresa tanto en la tribuna como en redes sociales, con mensajes que cuestionan la falta de respuestas desde la dirigencia y el desempeño de un plantel que, pese a las incorporaciones, no logra imponer una identidad de juego.

La posible reestructuración representa un intento de Riquelme por calmar las aguas y recuperar el respaldo de la parcialidad xeneize. Se prevé que las definiciones se tomen en los próximos días, y el partido frente a Racing del 9 de agosto se presenta como un examen determinante no sólo para el equipo, sino también para la nueva hoja de ruta que busca implementar la conducción.

Mientras tanto, la incertidumbre persiste. Boca no solo necesita resultados positivos en el corto plazo, sino también una renovación institucional que le permita recuperar el rumbo perdido. La decisión que tome Riquelme marcará un antes y un después en su etapa como dirigente, y definirá si el club logra salir del pozo o si la crisis continuará profundizándose.

Por Otilia Adame Luevano

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