El sector automotriz en Argentina está atravesando una nueva agitación. Tras el reciente ajuste en la tasa de cambio oficial, los precios de los automóviles nuevos tuvieron el aumento más drástico del año. Con un alza del dólar que superó el 10% en tan solo un día, las listas de precios de los fabricantes de automóviles mostraron incrementos promedio del 19%, de acuerdo con estimaciones de la industria, aunque en ciertos casos las subidas llegaron hasta el 25%.
Este acontecimiento representa un cambio significativo en el comportamiento del mercado, que ya mostraba signos de tensión. Aunque el dólar oficial había permanecido relativamente estable desde la transición gubernamental, el reciente aumento afectó directamente la determinación de precios, especialmente en productos con alta dependencia de importaciones, como los autos. Esta situación crea incertidumbre tanto entre los consumidores como en los concesionarios, que ven modificadas sus estrategias comerciales en medio de una transición económica.
Los autos importados, cuyo valor se calcula en gran medida en función del tipo de cambio oficial más impuestos y costos logísticos, lideraron los ajustes. Las marcas que dependen casi exclusivamente de vehículos traídos del exterior aplicaron subas automáticas en sus listas. Pero incluso las empresas que producen en el país se vieron obligadas a modificar precios. El motivo: muchos de los componentes que integran los vehículos ensamblados localmente son importados, lo que los expone también al movimiento cambiario.
El incremento se notó particularmente en los sectores medios y superiores del mercado, donde predominan vehículos producidos en Brasil, México y Europa. Un caso ilustrativo es el de los sedanes medianos y SUV compactas, cuyas versiones básicas superaron, en pocos días, los 30 millones de pesos. Este fenómeno también afectó a utilitarios y pickups, un segmento que siempre ha sido fuerte en Argentina debido a su conexión con la actividad agrícola e industrial.
Con esta nueva disparada, adquirir un vehículo nuevo se convierte en una opción cada vez más difícil de alcanzar para buena parte de la población. Las posibilidades de financiamiento en cuotas, que ya venían reducidas, se ven todavía más comprometidas. Las tasas de interés continúan en niveles elevados, y muchas entidades bancarias retacean la oferta de créditos prendarios en un contexto de volatilidad.
Simultáneamente, la disponibilidad de unidades sigue siendo escasa. La conjunción de dificultades para importar, restricciones en la obtención de moneda extranjera, y una demanda constante en ciertos sectores ha ejercido una presión sobre los precios, que se intensifica con el paso del tiempo. Algunas concesionarias también informan escasez de inventario o largos retrasos en la entrega de autos, lo cual a su vez incrementa las expectativas de nuevos aumentos de precios.
En el mercado de autos usados, el efecto del salto cambiario no tardó en reflejarse. Aunque con menor magnitud, también se observan subas de precios en las unidades con pocos años de uso, como consecuencia directa del encarecimiento del cero kilómetro. Este fenómeno, recurrente en los momentos de tensión cambiaria, revaloriza la flota disponible en manos de particulares y eleva el valor de reventa.
Especialistas en el sector señalan que, si el dólar sigue aumentando o si hay una corrección constante del tipo de cambio oficial, es posible que se repitan estos ajustes bruscos en las listas. Las terminales, por su parte, afirman que están haciendo esfuerzos para mantener la competitividad, pero reconocen que el contexto actual ofrece poco margen de acción.
Ahora mismo, el cliente se encuentra en una posición vulnerable, enfrentando un aumento de precios, una oferta limitada y opciones de financiamiento escasas. La oscilación en el tipo de cambio se transforma nuevamente en el factor clave de un mercado de vehículos que, debido a la falta de estabilidad macroeconómica, sigue el compás del dólar.