En un evento marcado por la exaltación del discurso libertario y la confrontación directa con sus adversarios, el presidente Javier Milei encabezó un multitudinario acto en la provincia de Córdoba, donde se autoproclamó como líder de “el mejor gobierno de la historia argentina”. Bajo el título de “La Derecha Fest”, el encuentro reunió a unas 2.500 personas, en un ambiente cuidadosamente preparado, con fuerte presencia de seguridad y un despliegue escénico alineado con la narrativa política del mandatario.
La actividad, que se desarrolló en las afueras de la ciudad, se presentó como un festival político-cultural con entrada paga y merchandising ideológico. Desde remeras y banderas hasta figuras de cartón tamaño real de líderes internacionales afines a la línea del mandatario —como Donald Trump, Nayib Bukele y Giorgia Meloni—, el espacio reflejó una identidad clara: anticomunista, antiestatista y antisistema. También se ofreció acceso gratuito a miembros de las fuerzas de seguridad, quienes participaron del operativo de control y vigilancia del evento.
El discurso del presidente, cargado de tono épico y confrontativo, comenzó con una defensa ferviente de su gestión. Reivindicó su programa de ajuste económico, al que calificó como “el único camino hacia la libertad y el crecimiento”, y destacó como un logro central la reducción de la deuda pública en 50.000 millones de dólares en menos de un año. “Estamos corrigiendo 100 años de decadencia. No hay margen para tibiezas ni para traidores”, declaró, en una frase que resonó como crítica directa a sectores internos del oficialismo, incluida su vicepresidenta, a quien no mencionó por su nombre pero calificó como “una bruta traidora”.
El mandatario anticipó que vetará la ley recientemente aprobada en el Congreso que prevé actualizaciones más favorables para las jubilaciones. Según explicó, dicha norma pondría en riesgo la sostenibilidad fiscal del Estado. Aprovechó además para reiterar su intención de mantener el equilibrio de las cuentas públicas como prioridad absoluta, más allá de las presiones políticas o sociales.
En el plano político-electoral, Milei llamó a sus seguidores a intensificar la militancia de cara a las elecciones legislativas de octubre. “La batalla no terminó. Nos jugamos el futuro del país en las urnas”, advirtió. El líder libertario aspira a fortalecer su representación en el Congreso, donde aún enfrenta resistencias y no ha logrado consolidar una mayoría propia.
En paralelo, cerca de la ubicación del acontecimiento, colectivos sociales, gremiales, estudiantiles y de derechos humanos llevaron a cabo una ceremonia alternativa con el lema “Milei culiadazo”, el cual pretendía manifestar su desaprobación hacia las medidas del Gobierno nacional. La protesta, que reunió a miles de individuos, evidenció la intensificación de la división política y social que afecta al país.
El presidente, en lugar de moderar sus posturas, intensificó su retórica, atacando igualmente a la prensa, a quienes culpó de actuar en su perjuicio y propagar «falsedades sistemáticas». Su discurso estuvo lleno de menciones a «la clase política», a quienes acusó de intentar detener las reformas, y sostuvo que su gobierno está «derribando el modelo de empobrecimiento».
La puesta en escena de “La Derecha Fest” no dejó nada al azar. Desde los símbolos hasta los discursos, todo respondió a una estrategia de reafirmación del liderazgo presidencial en un momento de tensiones internas y desafíos externos. Con Córdoba como bastión clave —la provincia donde obtuvo su mejor resultado electoral—, Milei buscó revitalizar su base de apoyo y enviar un mensaje de cohesión a su entorno político.
El acontecimiento también supuso un esfuerzo por redefinir la posición para la segunda mitad del año, periodo en el cual la campaña legislativa, el debate presupuestario y la puesta en práctica de reformas estructurales serán predominantes, aunque estas últimas todavía enfrentan desafíos en el Congreso. En este contexto, el presidente se enfoca en consolidar su base de votantes, desgastar a los opositores y desarrollar un relato que lo destaque como el protagonista principal en el panorama político del país.
Con este tipo de actos, Milei refuerza su identidad combativa, resiste las presiones por moderarse y profundiza un estilo que combina show político, marketing ideológico y un mensaje disruptivo que desafía las formas tradicionales del poder.