La contundente victoria del peronismo en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, liderada por el gobernador Axel Kicillof, ha reconfigurado el mapa de poder de la oposición en Argentina. El triunfo del pasado domingo no solo lo consolida como la principal figura del espacio frente al presidente Javier Milei, sino que también evidencia una creciente tensión con su mentora política, Cristina Fernández de Kirchner, quien se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria tras ser condenada por corrupción.
En la circunscripción más extensa de la nación, que agrupa el 37% del censo electoral nacional, la coalición Fuerza Patria liderada por Kicillof ganó con el 47,28% de los sufragios, superando al 33,71% obtenido por La Libertad Avanza. La brecha de casi 14 puntos obligó al presidente Milei a admitir la derrota, amplificando el resultado de una elección provincial a nivel nacional.
La separación con el kirchnerismo se volvió evidente después de las elecciones. Kicillof aseguró que, al contrario de otros dirigentes de la región como el presidente brasileño Lula da Silva, no recibió una felicitación telefónica de Fernández de Kirchner. La exmandataria simplemente envió un mensaje de voz al cuartel general del partido, donde apenas hizo referencia a él, un acto que resalta la distancia.
El resultado confirmó que la estrategia audaz de Kicillof de separar las elecciones provinciales de las nacionales fue efectiva, a pesar de que el kirchnerismo más rígido la había considerado un “error político”. Durante la celebración de la victoria, fue evidente la ausencia de personalidades importantes como Máximo Kirchner, hijo de la expresidenta y líder del PJ bonaerense, y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza.
Según el politólogo Facundo Cruz, investigador de la Universidad de Buenos Aires, la victoria “empodera a Axel Kicillof dentro del peronismo y lo valida”. Sin embargo, advierte que el peronismo “no está acostumbrado a tener una mesa redonda, horizontal”, lo que anticipa disputas por el nuevo liderazgo.
Este año, Kicillof avanzó en la construcción de su propio espacio con el lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro, buscando consolidar su poder desde adentro del partido. El consultor político Juan Germano destaca que Kicillof «le compitió desde adentro, lo cual es una novedad», a diferencia de otros líderes que rompieron con el espacio, lo que «le da un atractivo superior».
La tensión, según analistas, responde a la percepción en el entorno de la expresidenta de que Kicillof no reconoce su rol en su ascenso político. Una fuente anónima del equipo del gobernador, citada por CNN, fue más allá, afirmando que “Cristina busca supeditar a Axel a la conducción de Máximo”, y aseguró que eso no ocurrirá.
Con las elecciones de medio término nacionales fijadas para el 26 de octubre, el escenario perfila un enfrentamiento entre dos visiones económicas antagónicas: la de Kicillof y la del presidente Milei. El triunfo en Buenos Aires no solo le otorga a Kicillof un fuerte respaldo para su gestión, sino que lo posiciona como el líder natural de una oposición en plena reorganización.